Cambios en las instituciones sociales
Tres elementos sociológicos que ayudaron a que sucediera el cambio dentro de las instituciones fueron: la propaganda, la obsolescencia planificada y el crédito. De esa misma forma, la complejidad y el cambio son los elementos esenciales del mundo; nunca antes se había estado en posibilidad de influir y ser influenciados por un número similar de personas, naciones y organizaciones humanas.
Esto eleva el nivel de complejidad, tanto de las relaciones como de las instituciones, y nos exige al mismo tiempo disponer de nuevos parámetros que nos ayuden a comprender el sentido y la magnitud del cambio.
El cambio generado en las instituciones sociales es el resultado de una revolución segmentada que a la vez totaliza a la misma en la sociedad; es como una espiral ascendente que envuelve a cada una de las partes de la sociedad y a la vez, a ella misma, transformándola completamente.
Este cambio que se está ejecutando es movido por el proyecto neoliberal que se está imponiendo en América Latina y México no es la excepción, a la vez representa una nueva intensificación de la modernización-occidentalización forzada dentro de estas sociedades, que intentan lograr el sometimiento definitivo de lo que es diferente o antimodernista, para ponerlo al servicio de las necesidades de una economía mundial cada vez más trasnacionalizada.
De esta manera, los tecnócratas reproducen así el papel desempeñado por los conquistadores del siglo XVI, los positivistas del siglo XIX y los modernizadores y agentes del desarrollo de las últimas décadas.
Dentro de los espacios urbanos, uno de los elementos socioculturales que apoyan a la realización de cambio cultural positivo es el rescate de los valores, mediante la educación formal, desde los niveles básicos ya que producen una mayor influencia en las conciencias casi intactas de la niñez, y con mayor razón, aunque más difícilmente, en los niveles superiores.
Para ello, hay que desarrollar cursos de capacitación y sobre todo de compromiso social con respecto a los valores, la ética, la calidad, la responsabilidad, el trabajo, el respeto, la solidaridad, el criticismo, la iniciativa, la creatividad, el servicio a la persona, la eficiencia y la eficacia.
El rescate de valores es fundamental para que se dé un cambio positivo en el modo de vida de las personas tanto en el medio urbano como en el rural; ya que la identidad, las instituciones, la sociedad entera y aún más, la nacionalidad, se han visto envueltas en un clima de ausencia de valores, debido principalmente a los medios de información masiva.
Una primera línea de acción contra ésta se puede desarrollar mediante una propuesta de concientización moral ciudadana, que permita participación de los gobernados en contra de males sociales, como es el caso de la corrupción y de malos manejos de los bienes públicos.
Mediante los programas educativos, se puede cambiar el comportamiento popular o el concepto de moralidad, aunque se tome un lapso considerable para este fin; por otro lado, su contraparte, la comunicación en masas y principalmente la televisión, influye con demasía y casi sin ninguna restricción por parte de los adultos, a los adolescentes y a los niños desequilibrando la balanza a favor de esta última.
Estos medios de comunicación y sus respectivas redes de transmisión alcanzan a un número cada vez mayor de personas, a tal grado que las nuevas formas culturales son transmitidas hacia ellos modificando las pautas de conducta de los receptores y a la vez, éstos condicionan y determinan los nuevos mensajes culturales que serán transmitidos en un tiempo futuro.
Por su parte, la educación superior es el símbolo de cambio entre modernidad y posmodernidad. Mientras que en la primera se observan niveles educativos orientados hacia la aplicación de la tecnología, en la segunda se desarrollan habilidades tendientes a la prestación de servicios. Así varios autores señalan que “el aumento en los niveles de educación ha contribuido a cambios culturales de importancia.